Señor Ruega por Nosotros

martes, 10 de mayo de 2011

Actos de Misericordia

"Un signo de la misericordia de Dios, hoy especialmente necesario, es el de la 'caridad', que nos abre los ojos a las necesidades de quienes viven en la pobreza y la marginación. Es una situación que hoy afecta a grandes áreas de la sociedad y cubre con su sombra de muerte a pueblos enteros. El género humano se halla ante formas de esclavitud nuevas y más sutiles que las conocidas en el pasado y la libertad continúa siendo para demasiadas personas una palabra vacía de contenido. …. Se han de eliminar los atropellos que llevan al predominio de unos sobre otros, son un pecado y una injusticia…. Se ha de crear una nueva cultura de solidaridad y cooperación…. No se ha de retardar el tiempo en el que el pobre Lázaro pueda sentarse junto al rico para compartir el mismo banquete, sin verse obligado a alimentarse de lo que cae de la mesa… poner remedio a la extrema pobreza, es una obra de justicia y, por tanto de paz."

La Iglesia nos invita con estas palabras a poner en práctica, hoy más que nunca, "Las Obras de Misericordia", como una manifestación concreta y efectiva de nuestra conversión y de nuestro renovado compromiso de testimonio cristiano en el mundo del nuevo milenio.

¿Qué es la misericordia?  

"Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia". (Mt 5,7)

Jesús nos enseña qué es la misericordia, cuando nos fijamos en su actitud frente al dolor o la necesidad. Jesús vino a salvar lo que estaba perdido, a cargar con nuestras miserias para aliviarnos de ellas, a compadecerse de los que sufren y de los necesitados. No pasa de largo, se da cuenta enseguida del dolor, de detiene y salva. Cada página del Evangelio es una muestra de su misericordia con todos. Busca en el Evangelio: Lc 15, 11,32; Lc 10, 30-37; Mt 18, 23-35; Mt 18, 12-14; y verás que Jesús hace de la misma misericordia uno de los temas principales de su predicación.

El campo de la misericordia es tan grande como la miseria humana que se trata de remediar; pues eso es la misericordia: "compasión de la miseria ajena, que nos mueve a remediarla, si es posible" (San Agustín). En el orden físico, intelectual y moral, el hombre puede estar lleno de calamidades y miserias. Por eso las obras de misericordia son innumerables -tantas como necesidades del hombre-, aunque tradicionalmente, a modo de ejemplo, se han señalado catorce, en las que esta virtud se manifiesta de manera concreta. Nuestra actitud compasiva y misericordiosa ha de ser en primer lugar con los que habitualmente tratamos, con quienes Dios ha puesto a nuestro lado y con aquellos que están más necesitados.

La misericordia nos llevará a preocuparnos de la salud, del descanso, del alimento de quienes Dios nos encomienda. Por ejemplo, los enfermos merecen una atención especial: compañía, interés verdadero por su curación, facilitarles el que ofrezcan a Dios su enfermedad…, así se hacen obras de misericordia materiales, al procurarles lo necesario para aliviar su enfermedad físicamente y espirituales, al prestarles atención, paciencia y solicitud a sus necesidades psicológicas.

La escritura está llena de citas que nos invitan a la misericordia: Lc 6,36; Ef 4,32; Tob 4,8; Dt 15,11; Prov 24,11; Eclo 29,27; Zac 7,9; Mt 18,33; Is 58,10; Mt 10,42; Sal 40,2; Prov 11,17; Prov 21,3; etc… .

 

Obras de misericordia corporales

  1. Dar de comer al hambriento.

  2. Dar de beber al sediento.

  3. Vestir al desnudo

  4. Visitar a los enfermos

  5. Asistir al preso

  6. Dar posada al caminante

  7. Sepultar a los muertos.


 

Obras de misericordia espirituales

"También debemos practicar, junto a las llamadas materiales, las "obras espirituales de misericordia". En primer lugar, corregir al que yerra, con la advertencia oportuna, con caridad, sin que le ofenda; enseñar al que no sabe, iluminando su inteligencia con la luz del Señor; aconsejar al que duda, con honradez y rectitud de intención; consolar al afligido, compartiendo su dolor; perdonar al que ofende, sabiendo disculparle con comprensión; socorrer al que necesita ayuda, excediéndonos en el servicio. Y, finalmente, rogar a Dios por los vivos y por los difuntos. Éstas, desde luego, tienen también su fundamento en la Palabra de Dios:

  1. Enseñar al que no sabe y

  2. Dar buen consejo al que lo necesita. "Que la palabra de Cristo habite en ustedes con todas sus riquezas. Que sepan aconsejarse unos a otros y enseñarse mutuamente con palabras y consejos sabios" (Col 3,16)

  3. Corregir al que se equivoca. "Si tu hermano ha pecado contra ti, anda a hablar con él a solas. Si te escucha, has ganado a tu hermano. Si no te escucha, lleva contigo a dos o tres de modo que el caso se decida por boca de dos o tres testigos. Si se niega a escucharlos, dilo a la Iglesia reunida" (Mt 18, 116-17)

  4. Perdonar las injurias. "Pedro se acercó y le dijo: Señor, ¿cuántas veces debo perdonar las ofensas de mi hermano? ¿hasta siete veces? Jesús le contestó: No digas siete veces, sino hasta setenta veces siete". (Mt 18, 21-22)

  5. Consolar al afligido. "Anímense mutuamente y ayúndense unos a otros a crecer juntos" (1Tes 5,11)

  6. Tolerar los defectos del prójimo. "Sopórtense y perdónense unos a otros, si uno tiene motivo de queja contra otro" (Col 3, 13)

  7. Hacer oración por los difuntos. "Pues si no hubieran creído que los compañeros caídos iban a resucitar, habría sido cosa inútil y estúpida orar por ellos" (2Mac 12,45)

Todos los días tenemos la oportunidad de practicar estas obras de misericordia, comenzando por las personas que viven con nosotros. La corrección fraterna, la tolerancia, el perdón, son obras muy concretas con las que damos testimonio de nuestro ser cristiano.
También estas acciones se pueden hacer a través de los distintos grupos apostólicos dedicados a la educación y promoción humana, que es a fin de cuentas, también evangelización, del mismo modo hay instituciones públicas y privadas que se dedican a las mismas actividades, a manera de servicio social, esos lugares necesitan también de nuestra ayuda, que puede ser material o de mano de obra.

Como vez, es muy amplia la lista de acciones concretas que podemos hacer para cumplir las obras de misericordia, quizá ya lo estés haciendo y no te dabas cuenta. Es natural en el hombre el deseo de hacer algo por los demás -es esta la acción del Espíritu Santo que nos inspira a hacer el bien-. Ahora que lo sabes, puedes aumentar el mérito de tus buenas obras, ofreciendo a Dios todo lo que hagas en favor de otros, pensando en que estás cumpliendo con el mandato de Jesús: "amar al prójimo como Él nos ama".
Practicar las obras de misericordia, es una manera de evangelizar. Actuar por amor a Jesús marca la diferencia entre un "trabajo social" y un "apostolado".


"Porque tuve hambre y ustedes me alimentaron; tuve sed y ustedes me dieron de beber. Pasé como forastero y ustedes me recibieron en su casa. Anduve sin ropas y me vistieron. Estuve enfermo y fueron a visitarme. Estuve en la cárcel y me fueron a ver" (Mt 25, 35-36) .

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